Este es otro rincón que debéis visitar si os acercáis a Mostar. Está situado a tan sólo 13 km de la ciudad y enclavado en plena naturaleza.
Parece ser que un sultán otomano quedó maravillado con la belleza del lugar y decidió construir un monasterio en este lugar, que se ha convertido en lugar de culto.
Nosotros entramos a la casa, para lo cual te hacen descalzarte y las mujeres han de cubrirse la cabeza con un pañuelo (te lo prestan allí) en señal de respeto. La entrada a la casa tiene coste (unos 2,00 €) y para mí no tiene mucho interés, aparte de la vista, que se puede admirar igual desde fuera.
Para acceder al recinto del monasterio se ha de pagar el parking (unos 2,00 €) que permite estacionar sin límite de tiempo. Dentro del recinto encontraréis muchos restaurantes, bares y puestos de venta de souvenirs (cosa que, bajo mi punto de vista, le resta un poco de encanto a este sitio).
Si aprovecháis el tiempo podéis fácilmente visitar Blagaj, las cascadas de Kravice, Plocitej y el centro de Mostar en el mismo día, ya que no están muy lejos unas cosas de otras, y, al menos en otoño no hay que realizar colas para las visitas ya que no hay prácticamente turistas.